31/10/2019

La mochila austriaca y la lucha de clases



El pasado mes de abril de 2019, el gobierno de Pedro Sánchez presentó una propuesta a la UE para aplicar, a partir del año 2020, la llamada “mochila austriaca”, que afecta directamente al futuro de los trabajadores pues intenta introducir el despido gratuito –el despido libre ya existe desde hace muchos años– tras las reformas de los sucesivos gobiernos de PP y PSOE.

Pero, en primer lugar, debemos aclarar en qué consiste la “mochila austriaca”, pues muchos trabajadores desconocen su significado y, por consiguiente, cómo les afecta en su vida laboral. En el plan de Reformas presentado por el gobierno de Pedro Sánchez, en abril de 2019, se incorporaba una medida trascendental que, literalmente, decía lo siguiente en su apartado 2.5.1:

"Implantación gradual de un sistema de cuentas individuales de capitalización para la movilidad a través de la creación de un Fondo que permita a los trabajadores hacer efectivo el abono de las cantidades acumuladas a su favor en los supuestos de despido improcedente, de movilidad geográfica, para el desarrollo de actividades de formación o en el momento de su jubilación".

Con una redacción tan enrevesada y críptica –con la clara intención de confundir al trabajador medio–, lo que se pretende es esconder el significado real de esta medida: se trata de que al trabajador se le vaya descontando un porcentaje de su nómina, todos los meses, para aportar una cantidad de su salario en una llamada “mochila” que o bien servirá para pagar su despido o, si éste no se produce, incorporarlo a un plan de pensiones en el momento de su jubilación.

En definitiva, es el trabajador el que se costea su propio despido, sin que la empresa haya aportado nada a su indemnización, convirtiendo así el despido, además de libre (en la actualidad no existen apenas trabas en las empresas para despedir), en gratuito, pues a la empresa ya no le supone un coste deshacerse de los trabajadores.

Pero, una vez conocido el significado de la medida, debemos profundizar aún más en nuestro análisis para ver sus implicaciones y consecuencias. Por un lado, como ya hemos indicado, la “mochila austriaca” convierte el despido, además de en libre, en gratuito; una vieja aspiración de la patronal para acabar con todos los derechos y protecciones de la clase obrera.

Y es que, desde un punto ideológico, lo que significa esta medida es, ya no solo dejar intactas las plusvalías que obtiene el empresario, sino que además las aumenta, pues es exclusivamente el trabajador el que carga sobre sus espaldas con todos los costes, viendo mermado su salario para pagar su propio despido, sin que al empresario se le toque nada de lo obtenido como fruto del trabajo del trabajador, evidenciándose de manera aún más clara los intereses antagónicos de la patronal y los trabajadores.

Y no es ésta la única medida en la que se evidencian esos intereses antagónicos. Para la burguesía, todo lo que suponga un coste para ella, debe ser asumido por el trabajador pues eso les permitirá llevarse mayores cotas de plusvalía. A modo de ejemplo, en algunas empresas, parte de los beneficios revertían en los propios trabajadores –los verdaderos artífices de esa generación de riqueza– en un concepto comúnmente denominado como “beneficios sociales”. Así, el trabajador, al final del año podía acceder a una parte de los beneficios de la empresa, canjeándolos por conceptos diversos como tickets de guardería, descuentos en seguros médicos privados no cubiertos por la Seguridad Social (por ejemplo, seguros dentales), tickets restaurant, etc.

Sin embargo, es una tendencia en la patronal que este reparto de parte de los beneficios entre los trabajadores (aclaremos que la mayor parte de los beneficios ya se la embolsan, además de las plusvalías, los dueños de la empresa), vaya desapareciendo. Y mientras ocurre esto, las empresas “ofrecen” a sus empleados la retribución de parte de su salario en especie. Esto significa que el trabajador recibe solo una parte de su salario en dinero y la otra parte la recibe en especie, en forma de tickets restaurant, descuentos en seguros médicos privados, tickets de guardería… ¡Justamente lo que percibían antes adicionalmente a su salario, gracias a los beneficios sociales!

Así, los empresarios no solo se quedan ahora con la totalidad de los beneficios generados por los trabajadores (al no repartir parte de ellos, como antes) sino que les pagan menos salario a estos y, además, reciben exenciones fiscales, al pagar parte de esos salarios en especie. De esta manera, la patronal encuentra nuevas fórmulas para incrementar las plusvalías obtenidas a costa de los trabajadores.

Y es que nuestra desidia y el mirar para otro lado –sin organizarnos ni hacer frente de manera colectiva a estos ataques a nuestras condiciones– provoca que vayamos perdiendo derechos, día a día, casi sin notarlo. Nos ocultan el significado real y las consecuencias, a medio y largo plazo, de estas medidas y, para contribuir a este oscurantismo, la Patronal cuenta con un fiel aliado entre las propias filas de los trabajadores –cual caballo de Troya–, en forma de sindicalismo entregado a la patronal, para evitar que los trabajadores sean conscientes de lo nocivo para sus intereses de este tipo de medidas. Vivimos en la cultura de lo inmediato, cultura que nos han querido inculcar poco a poco, para que no veamos cómo funciona el mundo, cómo se desarrollan los acontecimientos, dónde desembocan y cuáles son los mecanismos para cambiarlos.

Pero no solo hemos de culpar al sindicalismo amarillo, alimentado y engordado por la burguesía. También hemos de pararnos en el papel de la socialdemocracia. Es el caso de, por ejemplo, Unidas Podemos que, sabiendo de esta medida desde hace meses, aun así, ha negociado su entrada en un gobierno de coalición, ocultando a los trabajadores la existencia de esta medida hasta ahora y sin poner sobre la mesa la anulación de esta propuesta, asumiéndola de facto. Sin embargo, es ahora, justamente en período electoral, cuando saca de manera oportunista su oposición a la misma ¿Por qué no se opuso entonces, o hace tres meses, cuando se estaba sentando a la mesa para entrar en un gobierno, mal llamado “progresista”?

Solo los trabajadores organizados podemos parar, con nuestra fuerza, los ataques de la patronal contra nuestros intereses. Para ello, lo primero que debemos es ser conscientes de qué significan –de manera sencilla y sin lenguajes crípticos– para, posteriormente, analizar qué consecuencias tienen o pueden tener sobre nuestras condiciones de vida y, así, poder actuar en consecuencia de manera efectiva en defensa de nuestros intereses. Para ello, el sindicalismo de clase y combativo es la herramienta.


¡Únete al sindicalismo de clase! ¡Únete a la Coordinadora Sindical de Clase!

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